Es verdad que aún falta para el 8 de
mayo, Día de la Madre, pero creo que es la oportunidad perfecta para dedicarle
unas líneas a mi progenitora.
A la mujer que me tuvo en su vientre
durante 9 meses, en los cuales yo le causaba: dolor, irritabilidad, hinchazón,
fiebre, etc.
Pero que ella aguantaba y luchaba contra
esos males con la finalidad de que yo nazca sano y salvo. Hasta que llegó el día
del parto, de un momento a otro una llamada de mi madre hacia mi padre, desde
un teléfono público, advertía que el momento había llegado y tenía que regresar
rápido del trabajo.
Pasaron las horas y a las 9:12 pm nació,
quien ahora escribe estas líneas, Robert Huamán Milián. Mi madre recuerda con
humor que al momento de que fui cargado por la enfermera yo oriné sobre ella.
Al lado de mi mamá, mi niñez fue muy
buena. Era muy mimado, como todo primogénito, siempre salía conmigo al parque,
mercado, a cualquier lugar que vaya ella siempre me llevaba consigo en el
popular “canguro” que toda madre usa para movilizar a su bebé.
Mi madre siempre fue flexible conmigo,
todo lo contrario de mi padre, pero cuando tenía que ser dura con su hijo, para
que cumpla con las tareas, lo era.
Ahora que estoy en la Universidad, mi mamá
sigue tratándome como toda la vida lo hizo y por eso siento que el día que
tenga que independizarme y dejar mí casa que me acogió por tantos años,
extrañaré demasiado la comida, las conversaciones y los regaños de mamá.
El día que ella parta a mejor vida, no
sé cómo reaccionaré. Tal vez a ella no le gustará verme llorar, pero siempre me
quedaré con el recuerdo, apoyo y amor que siempre me brindo.
Renegona, chistosa, gritona y cariñosa
siempre la tendré presente porque ella lo es todo para mí.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario